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Pueden verse como parte de nuestra cultura urbana contemporánea, pero la verdad es que los tatuajes han sido protagonistas de la historia de la humanidad a lo largo de los siglos. De hecho, los primeros registros de ellos son arqueológicos y datan de hace más de cinco mil años.

 

Hoy se realizan con intenciones estéticas, muy ligadas también al sentido de identidad. Grabarse un símbolo, un nombre o una figura es una decisión que en cierto momento toman tanto hombres como mujeres, y pueden tener significados personales, conmemorativos, espirituales o estéticos. El procedimiento es cada vez más común y los buenos tatuadores son reconocidos como artistas.

 

 

¿En qué consiste el grabado? En la inyección de tinta en la piel mediante una máquina especial que mueve una aguja hacia arriba y abajo, a diferentes potencias.

 

En el otro extremo de los tatuadores están quienes deben borrar estas expresiones estéticas por arrepentimiento: los dermatólogos. Aunque nuestro director médico, el Dr. Mauricio Rivas, también tiene tatuajes y los considera lindos, muchas veces debe ir en ayuda de pacientes que quieren borrar dibujos de su cuerpo.

 

“No estoy en contra de los tatuajes, al contrario, me gustan. Creo que son muy estéticos si están bien hechos -dice-. Obviamente, hay algunos que son muy feos y realmente generan inesteticismos en la piel, o están hechos por gente muy amateur o que ocupa malas tintas”.

 

Como médico, naturalmente tiene sus aprensiones, “porque no están exentos de riesgos y muchas veces cubren ciertas zonas que nos impiden ver la piel y, por lo tanto, cuesta más hacer seguimiento a lunares, por ejemplo, conllevando un mayor riesgo de no detectar a tiempo un cáncer si es que lo hay”.

 

En general, no son perjudiciales para la piel, agrega el Dr. Rivas, pero sí conoce de cerca algunas complicaciones: infecciones después de recién hecho el grabado, contagios de hepatitis C por no haber utilizado instrumental estéril, granulomas o queloides, sobre todo por la utilización de tinta de color rojo.

 

“Yo recomendaría evitar a toda costa la tinta roja y, lo más importante, tatuarse en un lugar acreditado por la Seremía de Salud; que tenga instrumentales estériles y tintas de buena calidad, y no intervenir zonas donde haya lunares, porque costará mucho más hacerles seguimiento en caso de ser necesario”.

 

En los tatuajes de henna, señala, no ha encontrado complicaciones, porque se trata de un grabado muy superficial, epidérmico y transitorio.

 

-¿Le ha tocado ver mucho arrepentimiento en personas tatuadas?

-Sí, porque mucha gente se tatúa, por ejemplo, el nombre de una persona que ama, pero después se separa de ella. Es muy frecuente que vengan a retirarse el tatuaje. También es muy común que se arrepientan de los tatuajes hechos en la infancia, vemos muchos Mickey Mouse, letras del alfabeto de otros países, como chinas o árabes, que realmente significan cualquier cosa… obviamente, después se arrepienten.

 

Clínica Valle Norte cuenta con equipos láser de última generación para borrar tatuajes, como el Spectra XT. Aun así, no es fácil el procedimiento. Requiere un mínimo de ocho sesiones y, en algunos casos, hasta un máximo de 15, dependiendo, especialmente, de la complejidad que presentan algunos colores de tinta.

 

“Paradójicamente, cuesta mucho borrar los colores más claros, como el amarillo, el rojo, el verde, el violeta o el celeste, porque se requiere cierta longitud de ondas que son más parecidas al pigmento de la piel. Por lo tanto, en ocasiones es posible que queden hipopigmentaciones o colores más claros en la piel, porque borramos también la melanina, que es lo que le da el color a la piel. Por todo esto, lo que más recomiendo es realizarse siempre un tatuaje sólo en color negro”, puntualiza el Dr. Rivas.

 

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