Paula Gallardo Zegers, enfermera, mamá y gerente general
Trabajó en Santiago en una prestigiosa clínica privada y ahí, dice, aprendió a hacer bien las cosas. Aunque Paula Gallardo Zegers ya las venía haciendo de forma óptima desde mucho antes. Siempre tuvo claras sus ideas, las asignaturas que le servían para su propósito, la manera en que quería desarrollar su carrera de enfermera. Fue una de las mejores alumnas en la Universidad Mayor y cuando estuvo fuera de Chile, acompañando en la especialidad a su marido, el doctor Mauricio Rivas, también hizo pasantías que le fueron haciendo el camino.
Ovallina, Paula conoció al doctor Rivas en el colegio, cuando aún eran niños. Eran compañeros y tenían amigos en común, pero no pasaba de eso. Se reencontraron en la universidad, ella en la Mayor y él en la Universidad Católica. Se hicieron muy cercanos, inseparables, pero el amor llegó después. Ella no recuerda el día en que comenzaron a pololear. “Fue en septiembre, pero no sé qué día. Nunca hemos sido muy románticos”, explica riendo.
Pero ni falta les han hecho los gestos típicos de san Valentín. Se volvieron partners, padres de tres hijos -Nicolás, de 14; Tomás, de 7, y Ema, de 2- y socios en un proyecto que los tiene más unidos que nunca y que los trajo definitivamente de regreso a su ciudad: la Clínica Valle Norte.
Paula es la gerenta de esta institución, con toda la labor administrativa que ello implica, realiza procedimientos, asiste a los médicos cuando la necesitan, divide su semana entre las sucursales de Ovalle y de La Serena. Las horas de la tarde y los fines de semana cuando no hay actividades médicas, comenta, son todas para sus niños.
El matrimonio ha puesto cabeza y corazón en la clínica, pero están muy contentos porque llegan hasta acá pacientes de toda la región, e incluso de otras. Y aunque ella no estaba muy segura de querer abandonar su vida en Santiago y regresar a la zona, todo lo que han construido y el pasar tranquilo de provincia la terminaron por convencer. “Los serenenses nos decían ‘por qué Ovalle’. Nosotros contestábamos ‘y por qué no’. Está tan claro que aquí la medicina no está completa, que falta mucho… Queríamos ser un aporte. Mauricio comenzó con consulta dermatológica y yo como enfermera realizaba todos los procesos. Él se fue haciendo muchos pacientes que acá no tenían solución. Veía a veces tumores de años en personas que estaban en listas de espera o que simplemente pensaban que no tenían solución. Era tan simple para nosotros resolver esos problemas con una cirugía o un procedimiento. Nos fuimos encariñando y llegó un punto en que ya no nos podíamos ir”.
Luego de dar mil batallas por conseguir pabellón para operar y no obtener resultados, decidieron abrir la clínica. “Dijimos ‘veamos si se puede’ -recuerda Paula-, y todo se dio. No sé cómo un día estábamos dibujando pabellones, salas de procedimiento y central de esterilización”.
Y ocurrió como todo lo que ambos emprenden: rápido y entrega total. “Nos propusimos que si lo hacíamos, esto tenía que estar funcionando en dos meses. Pausamos nuestra vida, trabajábamos de lunes a domingo, pero todo salió bien. Ahora no cambio ni este proyecto ni la ciudad donde vivir. Antes iba a Santiago y lo disfrutaba; ahora voy y quiero venirme enseguida”.
Comenzaron solos en la clínica y hoy trabajan 36 personas en ella, distribuidas en las tres sucursales.
- ¿Qué áreas de la enfermería la apasionan?
Siempre me han gustado las heridas, los quemados, los pacientes críticos. Pero fui teniendo hijos y ya no quería la vida de turnos, por ejemplo. Sin embargo, creo que si no fuera mamá, yo viviría en una UCI de un hospital. Hice un diplomado en heridas, quemados y gran quemados, siempre me estoy actualizando.
- ¿Cómo ha sido esta relación tan simbiótica de ambos?
Ha sido una super buena relación, muy sincera. Claro que en algunos momentos costó, como en toda pareja, por distancia, por tiempo, por trabajo. Hoy hemos conseguido una madurez de pareja. Tenemos intereses comunes, nos entendemos y nos respetamos. Hemos logrado equilibrio, y eso es super importante.
- ¿Qué diferencia a esta clínica de otras?
Hay muchas cadenas parecidas, pero que no cuentan con este sello diferenciador de tener un director médico que es dermatólogo. La gente no sabe eso, en general. Sin embargo, Mauricio se pone a atender y la gente llega. Es un médico muy bueno, muy prolijo en su trabajo, no se conforma con resultados a medias, hace seguimiento. No suelta al paciente en todo el proceso, y por eso los pacientes lo quieran y lo buscan.
- Usted trabajó en Clínica Alemana, ¿qué comparación hace con los pacientes de regiones?
Mi experiencia en Clínica Alemana fue super buena, en todo sentido. Tuve una excelente experiencia con los colegas, además. Renuncié porque nos vinimos para acá. Lo que sí siento es que el paciente de región es muy agradecido, yo recibo regalos de personas que llegan con lo que ellos cosechan o elaboran: frutas, queques, mermeladas, huevitos de campo, queso de cabra. Yo quiero pagar y no me dejan. Son muy agradecidos y no dejan de decirnos que es muy bueno que estemos acá
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