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Dicen que no hay nada más decidor y delator que la mirada. Nada más lindo y romántico, además. He ahí por qué mujeres y hombres le dan tanta importancia a la buena salud de sus ojos. Sin embargo, como suele ocurrir con muchas otras zonas del cuerpo, la mirada también va sufriendo cambios a lo largo de los años. El paso del tiempo, e incluso el estrés y factores genéticos, modifican los párpados. Éstos se estiran y se debilitan los músculos que los sostienen. Por ende, suele producirse un exceso de grasa arriba y debajo de los párpados, provocando que los superiores se caigan, aparezcan bolsas bajo los ojos y las cejas sufran flacidez.

 

El problema que surge no es sólo estético, sino que impacta el campo de visión, porque el párpado que cae puede cubrir parte del ojo, reduciendo la visión lateral (periférica), principalmente en las partes superior y externa del campo visual.

 

La solución quirúrgica es la blefaroplastia, dice el Dr. Mauricio Rivas, director médico de Clínica Valle Norte. Se trata de una intervención que extirpa el exceso de piel de los párpados, muy solicitada por su alta efectividad. No sólo elimina el problema funcional del ojo, mejorando la calidad de vida; también otorga una apariencia más descansada y juvenil.

 

Las técnicas quirúrgicas se han ido perfeccionando, lo que permite que hoy se obtengan mejores resultados a largo plazo, se disminuyan los riesgos y se agilice la recuperación.

 

QUÉ PERMITE

La intervención consigue:

-Quitar el exceso de piel en los párpados

-Corregir las bolsas debajo de los ojos, que aparecen gracias a la acumulación de grasa o la retención de líquidos.

-Reducir las arrugas finas en los párpados inferiores. Si bien no es el objetivo central de la blefaroplastia, al tensar la piel se suavizan las líneas de expresión.

-Mejorar la armonía facial en personas que presentan asimetrías en los párpados.

 

 

LOS REQUISITOS

Los párpados son pliegues de piel y músculo que cubren y protegen los ojos de objetos extraños y luz intensa, entre otros; al parpadear, distribuyen las lágrimas sobre la superficie ocular, manteniéndola húmeda y limpia, y controlan la cantidad de luz que ingresa al ojo al abrirse y cerrarse.

 

El procedimiento quirúrgico es ambulatorio y utiliza anestesia local con sedación o anestesia general, dependiendo de cuán complejo sea el caso. Puede durar de una a tres horas.

 

Si trabaja en el párpado superior, el cirujano realiza un corte en el pliegue natural de aquél, retirando el exceso de piel y grasa, y, en algunos casos, ajustando el músculo subyacente.

 

En el párpado inferior la incisión puede hacerse justo debajo de las pestañas o en el interior del párpado.

 

En ambos casos, las cicatrices de esta intervención son prácticamente invisibles. El área cercana a los ojos queda hinchada durante una semana, aproximadamente, y luego de la operación se requiere un reposo relativo en casa.

 

Por lo general, los pacientes que recurren a esta intervención son hombres y mujeres a partir de los 40 años. Todos deben estar en buen estado de salud, aunque ello lo confirmará de todas maneras el cirujano de acuerdo con los exámenes que determine.

 

Los candidatos ideales para esta cirugía, aparte de sanos, no deben ser fumadores (el tabaco afecta la cicatrización) y, muy importante, tienen que llegar a la clínica con expectativas realistas; es necesario comprender que la técnica refrescará la mirada, pero no detendrá el envejecimiento ni quitará todas las arrugas faciales. Considerando todo esto, quienes se han sometido a una blefaroplastia señalan que han mejorado su autoestima porque su apariencia recobró lozanía y sus ojos, por supuesto, recobraron su óptima visión.

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